Desde su juventud, Freud, había tenido atracción por sus propios sueños; una de
sus costumbres era anotar la mayoría de sus sueños personales.
De hecho, la redacción de su libro La interpretación de los sueños, se
fundamenta mayoritariamente en el análisis de sus propios sueños, coincidiendo
con los dos primeros años de su autoanálisis personal (1897 y 1898), aunque esta
obra fue publicada en 1900.
El problema de los sueños se le planteó cuando trabajaba con la curación de las
neurosis mediante el método de la asociación libre, donde les pedía a los
enfermos que expresaran libremente el contenido de sus actos mentales.
A lo largo de su obra más conocida, La
Interpretación de los Sueños, Freud utiliza sus propios sueños como ejemplos
para demostrar su teoría sobre la psicología de los sueños.
Freud distingue entre el contenido del sueño
"manifiesto" o el sueño experimentado al nivel de la superficie, y
los "pensamientos de sueño latentes", no conscientes que se expresan
a través del lenguaje especial de los sueños.
Freud mantiene que todos los sueños representan la
realización de un deseo por parte del soñador, incluso los sueños tipo
pesadilla.
Hay sueños negativos de deseos, donde lo que
aparece es el incumplimiento de un deseo.
Para esto se dan varias explicaciones, entre las
cuales está la satisfacción de una tendencia masoquista.
No obstante sigue en pie la conclusión general de
Freud: los sueños son realizaciones disfrazadas de deseos reprimidos. Según su
teoría, la "censura" de los sueños producen una distorsión de su
contenido.
Así que lo que puede parecer ser un conjunto de
imágenes soñados sin sentido puede, a través del análisis y del método
"descifrador", ser demostrado ser un conjunto de ideas coherentes.
Freud propone que al valor del análisis de los sueños
se radica en la revelación de la actividad subconsciente de la mente.
La teoría de interpretación de los sueños de Freud
representa las primeras teorías de este con relación a la naturaleza de la
psicología de sueños inconscientes, la importancia de las experiencias de la
infancia, el lenguaje "hieroglífico" de los sueños y el método que el
llama "psicoanálisis"
Freud considera que todo sueño es interpretable, es
decir, puede encontrarse su sentido.
La labor de interpretar no recae sobre todo el
sueño en su conjunto sino sobre sus partes componentes basándose en una especie
de libro de los sueños, donde cada cosa soñada significa tal otra cosa en forma
rígida, sin considerar la peculiaridad de cada sujeto.
Primero se descompone el relato en partes, y recién
al final surge la interpretación final o global, en la cual se nos revela el
sueño como una realización de deseos.
El sueño no es meramente actividad somática: es un
acabado fenómeno psíquico de realización de deseos, y por tanto debe ser
incluido en el conjunto de los actos comprensibles (no incomprensibles) de
nuestra vida despierta, constituyendo el resultado de una actividad intelectual
altamente complicada.
El deseo aparece disfrazado en el aspecto
manifiesto del sueño, en lo efectivamente soñado, proceso denominado
'deformación onírica'.
Freud se pregunta porqué tiene que haber una
deformación, ya que podría haber ocurrido que el sueño expresara el deseo en
forma directa, sin deformación.
Esta deformación es intencional y se debe a la
censura que el sujeto ejerce contra la libre expresión de deseos, por
encontrarlos censurables por algún motivo.